El hombre no puede crear ni destruir energía, sino tan sólo usarla, moldearla y redistribuirla. Estamos constantemente efectuando intercambios a nivel energético. Cada palabra, acción y pensamiento contiene energía. Todo lo que conforma nuestro mundo, tanto en su dimensión material como en la que resulta invisible e impalpable, es un fragmento de energía. En concreto, las emociones son las que aportan la energía a la vida humana.
Toda emoción es un generador de energía.
La etimología misma de la palabra lo dice, emoción viene de “motor”. Es una respuesta del organismo para actuar frente a algo. El miedo genera la energía suficiente para huir frente a una amenaza. La rabia es increíblemente poderosa, puede llevar al crimen, a la guerra, etc.
Tenemos fuentes de energía internas y externas. En el primer grupo encontramos a la automotivación. Es la mejor fuente de energía, incluye: la alegría, el optimismo, el enfoque positivo, la asertividad, la curiosidad, la capacidad de vivir nuevas experiencias y el sentido del humor.
Evitemos depender de fuentes de energía externas.
Cada persona tiene una cantidad disponible de energía, dependiendo de diversos factores, entre ellos su personalidad.
Aunque lo más importante no es la cantidad sino la forma en que la gestionamos. Las fugas de energía son pérdidas energéticas, es decir, energía que invertimos de forma inadecuada en proyectos, personas y objetivos que nos desgastan inútilmente.
Tenemos una energía que es preciso saber invertir de forma que sea beneficiosa y nos permitan funcionar de forma equilibrada.
El autoconocimiento nos permitirá tomar conciencia de cuál es nuestra riqueza emocional, descubrir los conflictos que tenemos, las pérdidas de energía que admitimos y ponerles remedio.
Extracto del curso on line «Emociones: energía creativa»
Núria López – https://nuriascript.wixsite.com/nurialopezcama
EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA 