El niño perdido

Muchas veces nos sentimos como un niño perdido. Nos asalta la pregunta ¿Qué estoy haciendo aquí? y no encontramos respuesta.

Sentimos que nos falta algo, sentimos un vacío en la boca del estómago. Y, si somos honestos con nosotros mismos, este vacío no puede llenarse con nada material, ni tan siquiera las personas que tenemos entorno pueden llenarlo.

¿Por qué se produce esta desorientación? Fundamentalmente porque hemos perdido la conexión con nuestra alma. Creemos ser un cuerpo y una personalidad separada de todo y de todos, y sobretodo separado de la fuente divina y universal. Sumidos en esa creencia nos encontramos solos y perdidos, aunque a veces no sepamos ponerle estos calificativos a esta sensación. Recordamos, aunque no a nivel consciente, que un día estuvimos en un lugar lleno de amor, compasión, unidad y belleza, y sentimos la añoranza. Queremos volver a ese lugar pero como ni tan siquiera somos conscientes de lo que nos sucede, vagamos buscando una respuesta.

¿Cómo podemos volver a conectarnos con la fuente divina? Existen numerosas formas, cada cual encontrará su camino. Para mí el silencio y la meditación ha sido la clave.

Lo más importante es que seamos conscientes de esta desconexión, luego el modo en que volvamos a conectarnos vendrá dado.

Núria López – https://nuriascript.wixsite.com/nurialopezcama

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